En este momento estás viendo Padre Rico Hijo Rico – Parashá Terumá

Padre Rico Hijo Rico – Parashá Terumá

Compártenos
Foto Cortesía Pixabay

La parashá Terumá (Éxodo 25:1-27:19) empieza así: “El Eterno habló a Moshé, diciendo; Habla a los hijos de Israel y que tomen una porción separada para Mí; de todo varón cuyo corazón lo motive tomarán mi porción separada” [Éxodo 25:1]

En el original hebreo de este versículo se utiliza la palabra terumah (H8641 תְּרוּמָה) cuya definición según el diccionario Strong es: ofrenda, elevada, contribución; y es por esto que Rashí traduce este versículo como una “porción separada” queriendo decir que se debe tomar una cuota de lo que se posee y elevarla al Eterno para devolvérsela con un propósito sagrado.

Ahora bien, la instrucción termina indicando “tomarán mi porción separada” lo que quiere decir que el Eterno tan solo está pidiendo que le devolvamos una fracción de lo que ya le pertenece y aquí esta lo que queremos resaltar: somos “dueños de nada y administradores de todo” (Craig, 2015, pp 38). Bien lo decía el Rey David: “» Pero ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido.” [1 Crónicas 29:14].

Comúnmente es fácil identificar al menos tres (3) errores en nuestras vidas. El primero es creer que somos dueños de algo y por eso el egoísmo para prestar las cosas, el segundo es creer que merecemos más y por eso el desagradecimiento y la inconformidad permanente. La Torá nos enseña cómo combatir estas dos equivocaciones: “No se te ocurra pensar: Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos. Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados.” [Deuteronomio 8:17-18].

El cierre de Shabat (havdalá shabat) en la comunidad a la que pertenecemos cada familia se reúne y se presenta en acción de gracias, se crea un espacio de intimidad para orar y mientras los matrimonios bendicen a cada miembro de su familia, de fondo se escucha un susurro del Salmo 128 por parte de nuestro Pastor, quien acertadamente nos enseñó que realmente ese acto de amor entre Padres e Hijos es lo que trae bendición a nuestras vidas, él enfatiza que por supuesto el Señor sabe que necesita una casa para vivir, de medios para desplazarnos, de comida y vestido diario, pero todo eso será la recompensa de vivir en comunión, de estar en ejad (ser uno solo) con Él, de ser esa porción separada (Terumá) para Él, de ser de esas familias raras para la sociedad de hoy que se reúnen los Viernes y Sábados a bendecirse mutuamente al calor de un abrazo.

Nuestro Señor Yeshúa lo enseñó: “Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” Los paganos andan tras todas estas cosas, pero el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.” [Mateo 6:31-33]. De esta enseñanza se puede extraer el tercer error fácil y tal vez más grave de encontrar porque implica una alteración a la prioridad bíblica: creemos que el Dinero o las cosas materiales son el fin y que Di-s es el medio por el cual las conseguimos, que Él nos da para obtener ese fin último (ese viaje, esa casa, ese carro), e incluso a veces presenciamos la escena bizarra de los siervos exigiéndole a su amo en lugar de estar administrando con agradecimiento lo que Él en su misericordia nos da. Craig Hill enseña la prioridad que realmente deberíamos tener en nuestras vidas así: “yo soy meramente un mayordomo de aquello que Di-s me ha confiado” (Craig, 2015, pp 29).

El Señor nos entrega en mayordomía sus cosas para que suplamos las necesidades de su reino, y es Él quien nos da más o menos dependiendo de la eficiencia de administración que demostremos. Cuando ya entendemos que lo que nos da nuestro Padre es para ponerlo al servicio de su reino es cuando se libera la bendición, ya podemos diezmar con motivación en el corazón, es cuando nos volvemos buenos anfitriones como nuestro Padre Abraham, es cuando entendemos que “Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones” [Proverbios 19:17]. Finalmente nada nos pertenece, todo es del Señor y por lo tanto será Él quien cuide y reclame sus cosas en algún momento para cubrir alguna necesidad de otro de sus hijos. Este concepto de mayordomía ha venido quitando muchas cargas en nuestro hogar, esperamos que en el tuyo también.

Querido lector, revisa que cosas el Señor te ha dado (espirituales, dones, capacidades, materiales, etc) y con ellas ayuda a un hermano que las necesite, solo así serás esa Terumá, esa porción elevada con propósito santo para el Señor. Y relájate un poquito:

“Entonces dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!» [Job 1:21]

Deja un comentario